NUEVA YORK (AP) — El coronavirus remeció el hospital como un huracán. Frente a una puerta trasera media docena de empleados se reunieron hace poco a charlar sobre las experiencias vividas y a reflexionar.
“Todavía tengo miedo”, dijo la doctora Gwen Hooley a sus colegas del Elmhurst Hospital del condado de Queens, que a fines de marzo fue desbordado por pacientes en momentos en que el virus causaba estragos en Nueva York.
La asistente de médico Diane Akhbari contó que su esposo le dejaba todos los días comida en la escalera que conduce al sótano, donde ella se encerraba por temor a contagiar a su familia. “Me sentía como un animal”, expresó con voz temblorosa.
Los trabajadores hablaron del pánico que sintieron sobre todo al principio, cuando no sabían si tendrían suficiente equipo protector. De cómo uno de ellos se contagió y superó el mal momento, y de lo duro que es ver gente joven y saludable como ellos que de repente lucha por su vida. Dijeron que muchos colegas preparaban testamentos.
Y confesaron que los atormenta la idea de que todo esto pueda repetirse.
“Siento como que estamos viviendo la calma antes de la tormenta”, manifestó Hooley, doctora de la sala de emergencias que perdió a un pariente fallecido por el virus.
Si bien la pandemia continúa, ya pasaron los días en que el hospital de Elmhurst recibía constantemente pacientes que no podían respirar, en que escaseaban los respiradores y en que moría tanta gente que los cadáveres eran colocados en camiones de morgue refrigerados afuera del hospital.
Pero el trauma perdura.
En los hospitales de todo el mundo enfermeras, médicos y el resto del personal lidia con el impacto psicológico de la batalla que libran contra el virus y con el temor de que haya un nuevo brote.
“Nos preguntamos constantemente si en nuestro próximo turno habrá nuevamente 200 personas en la sala de espera”, dijo la doctora Samantha LeDonne, de la sala de emergencias. “No puedes disfrutar el respiro o sentir que las cosas se normalizaron cuando tienes ese temor permanentemente”.
Los trabajadores del campo de la salud son tratados como héroes y muchos disfrutan el bien que hacen y el trabajo en equipo. Pero es un trabajo agotador y sobrecogedor, incluso para gente como ellos acostumbrada a hacer frente a situaciones de vida y muerte.
Un estudio de 1.200 empleados de hospital chinos reveló que la mitad de ellos dijeron sentirse deprimidos y que el 44% dijo padecer de ansiedad durante el brote en su país. La Organización de las Naciones Unidas dijo que el personal médico soporta “niveles excepcionales de estrés” por la pandemia y que es vital velar por su salud mental.