Por Juan D. Brito
Las actuales circunstancias de privación temporera de movimientos diurnos y nocturnos debido a la política de distanciamiento social y al cierre obligatorio de restaurantes, librerías, bibliotecas, casinos, lugares de entretenimiento, escuelas, colegios, universidades y los grandes centros comerciales; han ido cesando después de que las estadísticas que no mienten acusan una disminución sustantiva de la cantidad de hospitalizaciones y fallecimiento provocados por el coronavirus-19.
A modo de ejemplo, el Centro Hospitalario John Dempsey de la universidad de Connecticut en su informe semanal entregado por su CEO Andrew Agwunobi, indicaba que al 8 de junio se había aceptado solamente a 4 pacientes que marcaron positivo en el examen del Covis-19; mientras que se había dado de alta a 192 pacientes y sin haberse registrado fallecimientos.
Por este motivo y siguiendo estadísticas de hospitales del estado, el gobernador Ned Lamont informó en una conferencia de prensa realizada el pasado lunes que en Connecticut se habían producido solamente tres fallecimientos que, “aunque tres son muchos,” pero reflejan una notable disminución de casos fatales que hasta ahora totalizaban 4,204.
Así, el gobernador con su equipo de expertos ha anunciado una segunda etapa de reapertura que ha cambiado radicalmente el clima sombrío, dramático y lánguido de las pasadas 10 semanas. Postergaciones de matrimonios, la cancelación de las tradicionales graduaciones de escuela superior, colegios y universidades fueron seriamente afectadas y los restaurantes que usualmente florecen en sus ventas en los meses primaverales, han tratado de sobrevivir heroicamente en medio de las actuales circunstancias.
Carlos Orozco, propietario de un restaurante que ofrece comida latina y mexicana dijo que al cerrar el comedor se vieron obligados a despedir de sus trabajos a los mozos y ayudantes. “A través de estas semanas logramos un permiso para vender comida para llevar y por lo tanto el personal de la cocina continúo trabajando, pero de un modo limitado,” dijo, agregando que la crisis ha afectado la puntualidad en sus pagos de arriendo del local y que espera recuperarse financieramente.
La apertura de barberías se ha iniciado con extrema cautela y los clientes tienen que hacer citas telefónicas previas para que les recorten el pelo. En la emergencia muchos se entrenaron como peluqueros aficionados lo cual no siempre fue lo mismo.Sin embargo, las precauciones prosiguen en los centros de peinados y corte de pelo de damas, y trabajos especializados de pedicuros y manicures.
“Echamos de menos la sala de espera donde nuestras clientes compartían sus experiencias y se relajaban,” dijo Gloria, una estilista de la avenida Franklin. Si algunos restaurantes han logrado sobrevivir la tempestad, otros localizados en centros comerciales de West Hartford no han tenido la misma suerte debido al alto precio de los arriendos y los atrasos producidos por ocho semanas de inactividad.Sin embargo, en este popular centro de cocina internacional y novedades gastronómicas, la ciudad ha ideado un sistema peculiar consistente en cerrar espacio en calles de dos vías para permitir que los restaurantes puedan servir en lo que antes eran estacionamientos, por supuesto por un pago extra.
En la conocida y popular avenida Farmington que recibe a turistas y clientes del área de Greater Hartford, los propietarios sacaron las mesas y sillas al exterior, adornaron con plantas y maceteros con flores, y quitasoles multicolores el área de mesas, y si bien los dependientes utilizan mascarillas de seguridad, se ha producido lo que el Dr. Fauci, experto en epidemiologia llamaría “conductas riesgosas” y nos explicamos.
Jóvenes y adultos deambulan desde hace dos semanas por la avenida principal y calles aledañas sin mascarillas de seguridad, se reúnen a conversar en grupos en las esquinas y no parece preocuparles el peligro al que exponen a sus interlocutores o personas que pasan alrededor sin protección en contra de la saliva.
“El pueblo de West Hartford ha demostrado una buena conducta sanitaria, pero los más afectados por esta crisis han sido los adolescentes y jóvenes que no pueden aun practicar deportes o divertirse del modo habitual en fiestas o encuentros con sus novios o novias,” dijo Rachel Encina, trabajadora social de una clínica de salud mental para adolescentes.
Es que sobrevivir a una pandemia no ha sido algo fácil para una nueva generación que no había vivido las experiencias de reclutamiento de los tiempos de la guerra de Vietnam, ni había sido tocada por conflictos armados internos. Para agravar aún más la situación, el cierre de escuelas y universidades ha significado una forzada experiencia de permanecer en el hogar y muchos no han podido soportarlo.
Por lo demás la información con respecto a la reanudación de clases en septiembre es aun imprecisa y la Universidad de Connecticut anticipa un déficit de 50 millones para el próximo escolar 2021. Estarán disminuyendo las matriculas de estudiantes extranjeros y del estado cuyos hogares han sido afectados financieramente por despidos. Decenas de miles de estudiantes tuvieron que abandonar las aulas en marzo interrumpiendo sus estudios que debieron continuar vía on-line.
Mientras las ciudades se van recuperando y despertando de esta brumosa e impredecible realidad de una pandemia, queda mucho por hacer y no hay que bajar la guardia.
“Tenemos que seguir practicando el uso del distanciamiento social y la utilización constante de mascarillas, medidas que han permitido a países europeos y asiáticos salir de la crisis. La reanudación de viajes aéreos y las peculiaridades de este tipo de plaga que no asestaba sus mortíferos golpes desde la epidemia HIV de la década de los ochenta y la llamada influenza española de 1918; podría producir una segunda ola pandémica y estas tres últimas semanas han sido un corto recreo que podría suspenderse debido al aumento de nuevos casos,” expresaron las autoridades de West Hartford y Simsbury.
“El fin de semana antepasado cuando se comenzaron a reabrir los restaurantes, solamente mirando el espectáculo de familias comiendo al aire libre, la música, y los cientos de adultos, jóvenes y niños caminando o retozando por veredas y calles, fue para nosotros un momento inolvidable. Todo lo observábamos desde el interior de nuestro vehículo y usando las mascarillas, pero se nos pegó el espíritu de alegría,” dijo Miriam a quien sin embargo preocupaba que los jóvenes no siguieran las precauciones.
Visitando playas de Connecticut, Rhode Island y Massachusetts los observadores y autoridades sanitarios se dieron cuenta de que la “apertura” existió, pero los jóvenes no respetaron las recomendaciones del distanciamiento y el uso de mascarillas.
“Entendemos que en una playa es difícil caminar sobre la arena con las mascarillas, pero es que esto aun no ha pasado” dijo Alan D. Grano del pueblo de Norwich agregando que también existe el temor de contagios en las demostraciones de protesta por la muerte del ciudadano Floyd asesinado en Minnesota. “Los lideres debemos advertirles a los participantes que se cuiden y en este sentido reconocemos los esfuerzos de pastores que han comenzado a reunirse con sus congregaciones en grupos pequeños y manteniendo las distancias,” dijo Grano.
Con la reapertura de gimnasios, la comunidad enfrenta nuevos desafíos y lamentablemente, a pesar de la inauguración de decenas de centros para que los vecinos verifiquen si están o no contagiados por el coronavirus-19; las autoridades lamentan la baja asistencia a un examen especializado que es gratuito y que en Hartford se lleva a cabo, entre otras agencias en el Centro Arroyo del parque Pope.“Esta es una forma excelente de detectar a personas infectadas o que estando infectadas que no muestran síntomas, pero para muchos pareciera que es mejor ignorar.