“El que desconoce la verdad es un ignorante; pero el que la conoce y la desmiente es un criminal”.
Bertolt Brecht
Con la llegada de un nuevo año renacen las esperanzas de vivir en un Puerto Rico de excelencia. Es la época que compartimos con familiares y amigos las alegrías y las tristezas de los tiempos pasados.
Hoy compartiré brevemente lo que he experimentado en este pasado año en mi terruño borincano. He revisado las dificultades encontradas, los logros alcanzados y los caminos a seguir.
Yo no tengo duda que estoy rodeado de gente decente y buena, pero parecen vivir en un limbo existencial donde no están motivados ni tan siquiera a defenderse a sí mismos
Hoy Puerto Rico vive en uno de los peores momentos de su historia. Los problemas son monumentales y se acrecientan a medida que pasa el tiempo.
En las pasadas semanas Puerto Rico, como si fuera poco ha sido afectado fuertemente (especialmente el suroeste de la isla) por sismos intensos que oscilan desde una magnitud de 6.4 a otros menos intensos, pero bastante corridos. Han pasado más de 100 años desde que un desastre de esta naturaleza y magnitud ocurriera en la nación boricua. además de los cuantiosos daños causados por estos sismos (la perdida de escuelas, residencias, negocios y otras propiedades) también se han creado temores lógicos y razonables entre los puertorriqueños. Ya se han establecido campamentos donde miles de residentes se niegan a regresar a sus hogares. Recordemos que dos años atrás Puerto Rico fue azotada por el huracán María (el más poderoso en la historia del archipiélago) que dejo miles de muertos y daños incalculables.
Como si fuera poco, el gobierno de EEUUAA impuso una Junta Fiscal que controla las finanzas gubernamentales. Su fin primario es el de pagar la deuda del gobierno de Puerto Rico que asciende a setenta y dos billones de dólares. Expertos en estos asuntos cuestionan la legalidad de esta deuda y exigen una auditoria imparcial.
Señalare algunos de los mayores problemas para que el lector tenga una idea mínima de lo que está ocurriendo.
El sistema de energía eléctrica está en avanzado deterioro y necesita ser reemplazada por plantas nuevas. La Autoridad de Energía Eléctrica fue en un tiempo la joya económica de Puerto Rico pero la corrupción con los manejos financieros de está por los diferentes partidos políticos la ha llevado a la casi quiebra total.
Su homóloga, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) sufre del deterioro de su planta física.
La criminalidad y la violencia en nuestras comunidades continúan a un ritmo acelerado estando entre las naciones de mayor violencia en el mundo. En Puerto Rico ni se fabrican armas ni producimos drogas, pero sabemos que el control para impedir esto está en manos de las agencias federales estadounidenses.
La emigración de puertorriqueños no solamente ha dejado un vació de profesionales y personas jóvenes y diestras, sino que ha dejado atrás una población envejeciente, que sobreviven con pésimas pensiones (amenazadas por la Junta Fiscal de reducirlas) y que son atendidas por un reducido número de médicos y por menguados servicios hospitalarios.
El sistema educativo en Puerto Rico está en crisis donde se continua con una visión educativa incompatible con las necesidades nacionales y donde la corrupción administrativa, la incapacidad y la mediocridad existente han desembocado en el desastre del sistema educativo.
Puerto Rico ocupa entre los países del mundo la tercera posición con la mayor diferencia de desigualdad social y económica. Entre las naciones de América ocupa el primer lugar.
El desempleo está en los más altos niveles.
Más del 53% de los niños viven bajo el nivel de pobreza.
Los cambios climáticos están afectando gravemente nuestro medio ambiente y las agencias que velan por la seguridad ambiental son tan corruptos como los demás.
En los municipios de Vieques y Culebra no existe transportación adecuada entre las islas y los servicios de salud y educación son casi inexistentes.
La agricultura no tiene los estímulos necesarios y no hay nuevas visiones para su desarrollo.
Mientras los puertorriqueños tengamos el más mínimo titubeo en definir cuáles son nuestras metas seguiremos siendo víctimas de los depredadores que siguen nutriéndose del caos como resultado de nuestra existente relación política.
La gente aturdida no parece saber ni para donde van ni de dónde vienen. Parecemos un rebaño de desesperados sin liderato y sin metas. Todos parecen saber que hay crisis, pero parece que solamente a un puñado les importa. En el desenfreno cotidiano parece que no tenemos tiempo a pensar; a entender el porqué de nuestra situación. Parece que resulta menos irritante vivir en la obscuridad que buscar la luz de la verdad.
Los quejosos se lo achacan a todo, pero no nos miramos en un espejo y admitimos nuestra propia indolencia.
Ya no hay espacio ni tan siquiera para acomodar un poco de tolerancia, ni un segundo más de otra amañada vista pública o de otra larga e inconsecuente reunión.
En Puerto Rico no tenemos poderes para tomar decisiones. Las decisiones que se toman son determinadas por el poder extranjero que manda en nuestra nación.
Tenemos que enfocarnos, en el problema mayor que nos afecta. No podemos continuar tomando paliativos azucarados para curar la grave enfermedad que nos aqueja.
Se necesita de los obreros, de los intelectuales, de los jóvenes, de los viejos, de los ricos en espíritu, se necesita de todos los que tengan conciencia de que tenemos que poner a Puerto Rico a salvo de los canallas que nos amenazan.
Tenemos que buscar la razón, tenemos que ejercer la facultad de pensar. Tenemos que activarnos, en lo que bien podría ser la última lucha de nuestra nación.