JBJr. tan conocido en los servicios de inteligencia internacionales y agencias de detectives privados estadounidenses como James Bond Jr., se ha infiltrado en un recóndito e incognoscible bunker con la audacia y elegancia que caracterizaba a su recordado padre James Bond Sr. quien además de luchar en contra de trúhanes, picaros, tunantes y pillos; era enamorado y aficionado a las movidas continuas en el matre. Fue su padre JBSr. De origen escoces más castizo que el gallo de la pasión, flaquito, pero cumplidor.
Bajo el nombre de Leónides Katroski, JBJr está disfrazado de mozo sirviendo canapés y abundantes tragos de Vodka Mierdiniski de la cosecha 1990 que sabe ardiente como fierro de pincho y tiene mucha textura, según dicen los aficionados a fastidiarse el hígado y el páncreas; ¡Oh, Dios!
“Leónides, tráeme rápido seis canapés de caviar curado, siete sardinas y un vaso grande de Vodka que ahora mismo va a comenzar lo bueno,” le dice a JBJr. Don Linovief Gorgiloski, uno de los capos de la embajada rusa, quien preside la magna reunión a la que los muchachos del FBI le dicen el Aquelarre de Rasputín. JBjr. vestido de mozo a la usanza de los cosacos, satisface presto y rápido los pedidos de los glotones. En medio de estos menesteres JBJr nota en la pantalla gigante Kaowuska Plasma Sputnik un solo tema en la agenda, “Trumpusha,” nombre con el cual el amo Vladimir Putin poda a su carnal que perdió la elección y da los ultimos aletazos entonando la canción mejicana “Y Volver, volver, volver…”
“Se ha perdido una batalla y no la guerra camaradas y es una lástima porque ya teníamos todo ready para iniciar la Dinastía de nuestro aliado carnal Trumpusha a quien enemigos le dice Trampusha por esto de los impuestos y la deuda de los quinientos millones. Ahora y pa’ rápido va a hablar en este estrado el camarada Katrinche Kuintrenko, uno de los capos de nuestro espionaje en la embajada rusa en Washington,” dice Gorgiloski quien devora un pulpito de la región del Caspio, dejando escapar porque se siente en confianza, sonoros eructos estéreos que retumban en el inabordable bunker situado bajo el lecho del rio Potomac.
Habla el camarada Kuintrenko metiéndose otro trago de vodka para pasar las penas.
“Debemos reconocer con pesar que ha pasado lo que nuestros estrategas no pudieron prevenir. A Trumpusha se le caía cada vez el CD o como dicen el hampa ‘se iba de boca,’ y hablaba sandeces y changuerías sin la mascarilla. Lo lamentamos, pues tenía setenta millones de votos a su favor que podría haber usado en el 2024, pero ahora su prestigio disminuirá con los litigios, demandas, y otros líos que no podremos evadir ni contrarrestar. Recordemos camaradas que ya estábamos en el proceso de imprimir billetes de cien dólares con la imagen de Trumpusha y la consigna Ley y Orden, además de la construcción de un monumento de Donny vecino al de Lincoln, pero más grande, y el negocio de las medallas de plata made en China que Ivanka vendería a cinco dólares lo cual habrían significado para nuestro amigo ahora en desgracia 137 millones de dólares y le habrían sacado de algunas deudas…”
“Camarada Kuitrenko; ¿para qué hablar de lo que no fue cuando debemos concentrarnos en lo que será para ayudar a Trumpusha? Díganos que hay para el futuro y deje de hablar tanta baba,” le interrumpe de un modo irrespetuoso Gorgiloski que intenta desprender con la punta de su lengua traposa un tentaculito de pulpo que se le había alojado en un implante cercano a la muela del juicio.
“Para allá iba,” dice avergonzado Kuitrenko quien ha proyectado con el sistema power point cuatro torres Trump cuyo trasfondo es el palacio del Kremlin.
“Hemos pensado que lo mejor que podemos hacer por Trumpusha es brindarle asilo político lo antes posible porque más luego es tarde, y en nuestro imperio podrá despotricar lo que le salga a través del programa radial internacional La Voz del Volga Volga que llega a los oídos de nuestros aliados y espías en los Estados Unidos. Nuestro camarada Putin a quien estos deslenguados demócratas le apodan Puton, le ofrecerá a él y su familia, al vejete Giuliani si es que sobrevive del Covis-19, al general Flynn, a Bannon y otros; un cómodo y digno refugio político en la región mas austral de Siberia donde Trumpusha podrá edificar las torres que desee, semejantes a la que se ve en la pantalla,” dijo Kuitrenko metiéndose otro palo de Vodka Vladimiro Ultra que quema tanto como el guatero del diablo.
¿Y porque no se levantarán las torres en Moscú? pregunta Gorgiloski.
“Porque según nuestros arquitectos son edificios de mal gusto, pasados de moda y con estructuras más cuadradas que un dado en circunstancias que a nosotros nos agradan el estilo torre cebolla,” responde el ya sudado Kuitrenko que se limpia la frente, la boca y el rostro con la chalina. “Además es por razones de seguridad del estado,” agrega con voz misteriosa el soplapotes.
¿Y para cuando se anuncia la llegada de nuestro amado Trumpusha? Pregunta otro asistente a la reunión de la cual JBJr toma cuidadosa nota mental.
“Bueno, como ya los tipos del FBI lo están velando, nuestro futuro invitado se enfermaría nuevamente del Covis-19 (¡ja!) y un tipo que se parece a él saldría en la camilla hacia el mismo hospital naval, mientras que nuestro hombre a través de un túnel subiría con Melania y su hija Ivanka disfrazadas de aeromozas, a un vuelo de la línea Tereskova que va directo de Nueva York a Moscú con escala en Estrolavia. El doble seguirá saliendo en las fotos con piyama de hospital hasta que se descubra la cosa,” dice el cargabates con los ojos brillantes de entusiasmo.
“Una lastima porque el idiota nos ha servido para mucho, pero hay que mirar hacia el futuro y las vacunas,” dice Gorgiloski que con otro salud con vodka da por terminada la reunión, mientras que James Bond Jr. se escabulle hacia la cocina.
Flavio Figueroa también apodado EfeEfe, se despierta y tantea con deleite el cuerpo de su media naranja que duerme de un modo apacible. Nos ha contado el sueño que parece muy interesante y que quizás en el futuro sea el titular del New York Times “Trump recibe asilo político en Rusia y escapa de treinta y siete demandas.”