Por Magaly Figueroa-Ruiz
Especial para La Voz Hispana de Connecticut
La nueva realidad del distanciamiento y restricción de movimientos provocados por el peligro de contagio con el virus corona (COVIC-19) ha provocado diversas reacciones emocionales en los residentes de nuestras ciudades que reciben servicios de salud mental. En el sector urbano caracterizado por numerosos departamentos en proyectos habitacionales la situación se ha hecho más difícil porque el espacio vital de las familias se ha reducido debido al cierre obligatorio de las escuelas que significan niños, niñas, jóvenes y jovencitas privados de espacio y privacidad. Por otra parte, a cesantía de los proveedores del hogar o la adición de otros adultos está provocando un peligroso hacinamiento y una situación de ahogo emocional y físico.
De acuerdo a observaciones recientes hay un aumento de casos de ansiedad, insomnio, síntomas de depresión y en muchos casos disputas mayores en las familias, y la peligrosa violencia doméstica.
Es que, para muchos matrimonios o parejas, el vivir ahora juntos las 24 horas del día es una oportunidad de conocerse mejor pero también la agudización de pasados conflictos con el agravante de que después de seis semanas o mas de encerramiento forzado, no hay todavía esperanzas claras de un final de esta crisis.
Un hogar que enfrenta la nueva realidad del encierro requiere de una mejor comunicación entre los esposos y de los padres con sus hijos adolescentes, pero esto se adquiere con el tiempo y no es una meta para conseguir de un modo súbito e inmediato.Sin ayuda y consejos, el hogar se va convirtiendo en una olla a presión que en un momento mas se acerca peligrosamente al máximo.
Este es ya un problema complejo, sin embargo; ¿qué sucede con las personas ya afectadas por problemas mentales y emocionales que dependen de terapia, evaluaciones siquiatras o administración de sus medicamentos?
Los Estados Unidos y la mayoría de los países del orbe no estaban preparados para este tipo de contingencia social y financiera provocada por una pandemia hasta ahora desconocida. Las primeras medidas a mediados del mes de febrero fue colocar dispensadores de jabón para que pacientes en hospitales y clínicas de salud mental se limpiaran las manos. En las salas de espera y por ser época de invierno e influenzas, los enfermos tosían, otros conversaban y no existía aún ninguna advertencia de distanciamiento.
Llega el mes de marzo y finalmente el gobierno federal admite que hay un peligro que requerirá medidas drásticas de precaución.A mediados de este mes todavía no se implementaba el uso de máscaras y quizás había ya pacientes que estaban infectados, sobre todo en los vuelos y aeropuertos internacionales.Finalmente, y casi a fines de marzo, las autoridades deciden cerrar agencias de salud mental y limitar la atención medica a personas contagiadas por el virus o casos de urgencia clínica.
Así, se acaban o postponen las citas medicas hasta nuevo aviso y los servicios de salud deben implementar la comunicación a través del teléfono o por video que permiten al paciente y al facultativo o terapista verse e interactuar.
Para Lurna, trabajadora social y terapista clínica graduada en el 2018, el tema del uso del teléfono, Internet o video para comunicarse con sus pacientes fue un terreno prácticamente desconocido, pero del cual había tenido alguna experiencia comunicándose con clientes afectados por síntomas de agorafobia o el temor de salir de sus casas o áreas conocidas.“Mi paciente tuvo un accidente de tránsito y debió ser hospitalizado por varias semanas en la unidad traumatológica. La llamé y estuvimos comunicándonos al menos una vez a la semana lo que ella ha considerado una gran ayuda ya que habíamos iniciado una relación terapéutica y existía la confianza,” dijo, afirmando que este sistema no estaba absolutamente autorizado por las compañías de seguro ni las agencias estatales o federales quienes prefieren el contacto cara a cara, siguiendo las estrictas regulaciones de privacidad, planes de tratamiento y detalladas notas de progreso del cliente.
Sin embargo, en el actual proceso de movimientos restringido limitado a los hogares, las cosas han cambiado porque las agencias de salud mental han cerrado sus puertas y prácticas de psicólogos, terapistas y siquiatras en practica privada han utilizado estrictos horarios de llegada y salida evitando congestionamiento en salas de espera.
Lorenzo, un paciente afectado por depresión considero la primera llamada de su terapista como algo muy positivo pues vive solo y la voz familiar del trabajador social clínico le dio la oportunidad de expresar sus ansiedades y dar conocer síntomas de abandono, tristeza e impotencia ante los acontecimientos.“La llamada fue de unos cuarenta minutos y me sentí cómodo describiendo como me estaba viviendo solo en mi departamento y con pocos contactos ya que mi familia esta en la Isla. Me siento mejor cuando les llamo a Caguas, pero no siempre les doy a conocer como estoy viviendo en los Estados Unidos y después de una separación de mi esposa que actualmente esta en Corte por el tema de la custodia de dos hijas menores,” nos dijo.
Christina, otra terapista clínica de Springfield nos dijo que de acuerdo con investigaciones efectuadas acerca del sistema de TeleHealth, este no es algo nuevo pues se inicia desde la década de los años 60’ pero su utilización se intensifica en la década de los 90’ cuando se expande la utilización del teléfono celular, el sistema de Internet, y la comunicación con el sistema de video. En 1999 ya había 100 cadenas de Telehealth en operación en los Estados Unidos las cuales se han multiplicado en lo que va de este siglo.
“Cuando nos avisaron que la clínica estaría cerrada debido a lo del virus me preocupe mucho ya que sufro de bipolaridad y mi estado de ánimo cambia de repente y estoy bajo medicamentos. La llamada de mi terapista que me explico la razón del cierre y la nueva forma temporera de comunicarnos me ha tranquilizado. Estuvimos de acuerdo de mantener el sistema de llamadas semanalmente y poco después recibí la llamada de mi siquiatra.Ella me hizo la entrevista y recomendó que continuara con mis medicamentos y que enviaría mi prescripción a mi farmacia. Siento que todo esta normal,” dijo una paciente de una clínica de New Britain que se mudó recientemente desde Boston.
Para asegurar la privacidad de las llamadas y la confidencialidad, se proveyó a los terapistas de un número especial que les conecta al sistema telefónico TeleHealth. Estos deben tomar notas detallas de la fecha y hora de la sesión que se puede extender entre quince minutos a una hora dependiendo el tipo de casos. Posteriormente los profesionales tienen que proveer un informe detallado de la conversación que envían a su supervisor o supervisora quienes están encargados de revisarlos y aprobarlos. También hay un sistema de supervisión que lleva a cabo el terapista para discutir casos o responder preguntas.
De acuerdo con un artículo titulado “Psychoterapists Interventions by Telephone,” escrito en base a informes de Mozer, Franklin y Rose; se ha sabido que los mas beneficiados por el sistema son los adultos mayores y personas afectadas por depresión.Muchos pacientes se sienten mal yendo a citas o estar sentados en el área de espera pues pueden ser identificados y estigmatizados en sus comunidades como personas “locas.”La comunicación a través del teléfono le evita este riesgo a su autoestima ya afectada por el desorden psíquico.
También resulta más exitosa la llamada de un o una terapista que ya se ha reunido personalmente con el paciente en una oficina. Para los adultos mayores con problemas de transporte o movilidad física, este tipo de sesiones telefónicas les resulta de un gran beneficio.
Sin embargo, en las actuales circunstancias, no siempre el ambiente donde se encuentra el paciente asegura la privacidad dado el hacinamiento o presencia de esposos celosos, de hijos o hijas.“Me era difícil escuchar lo que mi clienta trataba de decirme debido a las interrupciones por las voces de muchachitos o muchachitas. Le recomendé telefónicamente que saliera al balcón o fuera a su dormitorio para evitar el ruido,” dijo Mario quien trabaja con casos de mujeres que han sido víctimas de violencia doméstica.
En conclusión, la ayuda terapéutica telefónica o a través de sesiones de video existe y puede remediar el problema del distanciamiento.También en momentos cuando la ansiedad y depresión pueden afectar a miembros de la familia, las agencias y clínicas de salud mental reciben llamadas de personas que necesiten ayuda, además de recurrir en casos de verdaderas emergencias al teléfono 2-1-1 para problemas de salud mental, al 9-1-1 para situaciones que involucran potenciales peligros físicos, o a DCF en los casos de problemas serios con niños o adolescentes.
Nota del editor. Los nombres y lugares mencionados han sido cambiados para preservar la confidencialidad.