Miles de empleados y empleadas que trabajan en los hospitales, centros médicos y clínicas de Connecticut están enfrentando en la primera línea de lucha en las salas de emergencia, la enorme cantidad de pacientes infectados por el coronavirus la cual al cierre de la presente edición ha causado de acuerdo a informaciones oficiales la luctuosa y deplorable cantidad de 1,544 casos mortales y un total de 22,469 personas infectadas en Connecticut.
Por su parte el número de infectados en el vecino estado de Nueva York asciende ya a 15,000 fallecidos, aunque sus autoridades sanitarias han observado una disminución de nuevos pacientes.
Debido a la negligencia, ignorancia y prepotencia del presidente Donald John Trump, los Estados Unidos no estaban preparados para enfrentar este flagelo del cual ya se sabia en el mes de noviembre cuando servicios de inteligencia, expertos en epidemiologia y autoridades del Consejo Mundial de la Salud habían dado la voz de alarma.
No fue hasta fines del mes de febrero y cuando comienzan a producirse los primeros casos en la ciudad de Seattle del Estado de Washington en la costa del Pacifico, cuando los especialistas logran que el presidente escuchara y que este con su habitual resentimiento y contrariedad aceptara la realidad. Ya para fines de marzo los brotes se multiplican a través de la nación y los hospitales se vieron prácticamente colapsados por una ola de pacientes moribundos quienes fallecían con rapidez debido a sus que sus pulmones estaban invadidos por el virus que actúa con rapidez y de un modo mortal inundando estos vitales órganos de fluidos y materia infecciosa.
En medio de la debacle que se desencadena con fuerza a fines de marzo, fueron los médicos, las enfermeras, las arsenaleras, anestesiólogas, estudiantes de medicina en residencia, las ayudantes de enfermera e incluso estudiantes de grados avanzados de la carrera médica, quienes lidiaron con un enemigo desconocido que invadía el sistema respiratorio de los pacientes que morían asfixiados en momentos en que no se contaban con respiradores ni la cantidad adecuada de equipos para enfrentar la contingencia.Fueron y son momentos de impotencia de los equipos médicos de primera línea y un sentimiento profundo de culpabilidad al ver morir a miles de pacientes.
“No solamente eso, no teníamos máscaras de seguridad, guantes ni delantales para protegernos de las personas infectadas y en algunos casos algunas colegas contrajeron el corona virus contagiando a su vez a familiares a hijos, esposos o familiares,” dijo Constance que se reserva su apellido debido a que en algunos hospitales de los Estados Unidos que en la actualidad son entidades privadas pro fines de lucro en cercana conexión con las compañías de seguro; cuando las enfermeras manifestaban su protesta y reclamos a los administradores, estos las amenazaron con suspenderlas de sus trabajos o enviarlas al desempleo.
Este fue el motivo por el cual una representación de enfermeras llevó a cabo este pasado martes 21 de abril un acto de protesta frente a la Casa Blanca portando los retratos de compañeras de trabajo fallecidas durante la presente emergencia y slogans denunciando la falta del equipo de protección personal (en inglés Personal Protective Equipment o PPE).
“El presidente Trump más que solucionar los problemas causados por su crasa negligencia durante las confusas conferencias de prensa y en vez de resolver los problemas; está más preocupado de echarle la culpa a otros por sus propios errores, sin dar respuesta a las justas peticiones de los trabajadores de la salud,” dijo una de las líderes de la Unión de Enfermeras.“Se nota que más le preocupa su campaña para a reelección, que enfrentar los presentes desafíos con eficiencia y sabiduría,” agrego una de las organizadoras llamada Michell.
Sin embargo, ya en el 2017 y poco después de comenzar el gobierno republicano, se había advertido al gobernante el peligro que se cernía sobre los Estados Unidos y el mundo a causa de un rebrote de virus en Asia y África que exigía la intervención de la agencia federal OSHA (Occupational Safety and Health Administration) por las deficiencias ambientales y déficit de equipo PPE en los hospitales.El proceso de indagación de esta organización federal estaba en marcha, pero Trump cerro abruptamente el proceso.La agencia OSHA velaba por que se cumplieran las ordenanzas sanitarias en lugares de trabajos, escuelas, universidades y centros de salud, y sus especialistas acudían a los lugares denunciados para investigar y obligar a que se cumpliera la ley.En la actualidad y bajo el actual gobierno que ha eliminado importantes regulaciones para proteger a los trabajadores, la agencia se ha transformado en un organismo casi inoperante.
Por otra parte, el Centro Federal de Control de Enfermedades ha disminuido notablemente la protección de los trabajadores de la salud y mientras Trump ha dicho que cada estado debe lidiar con sus propios medios para enfrentar la crisis, el Centro ha sugerido que los empleados “usen bandanas o bufandas para cubrirse las fosas nasales, boca y oídos.”
Un equipo de protección individual debiera incluir blusones, mascaras que cubran la cara, el cuello, los oídos y boca denominados “N95 Masks,” mallas para protegerse el pelo y guantes desechables. Para cubrir estos gastos extras provocados por la emergencia se pidió a Donald Trump que activara el Acta de Producción para la Defensa establecida el 8 de septiembre de 1950 por el presidente Harry Truman como una respuesta a las demandas crecientes de la guerra con Corea.
El acta cuya activación depende del poder ejecutivo del presidente, puede obligar a las empresas privadas en enfocar sus funciones para la defensa nacional y ha sido activada en cincuenta oportunidades. Así se hizo en el 2001 debido al ataque de fanáticos sauditas terroristas a las torres gemelas de Nueva York, y a los inicios de la guerra en contra de Irak.También se invocó el acta en el año 2017 para contrarrestar los nefastos efectos producidos por el huracán María en Puerto Rico.
Sin embargo, hasta el momento no se han visto señales de acción por parte del presidente en los momentos en que las muertes debido a la pandemia en los Estados Unidos ascienden a 47,000 y el de los infectados a una cantidad que se acerca peligrosamente a los 900,000 infectados.
A pesar de que Trump presiona en la actualidad para que las actividades económicas se reinicien el primero de mayo, de acuerdo al Dr. Fauci, uno de los mas experimentados expertos en epidemiologia y consciente de las carencias de equipos en los hospitales y la inaceptable escasez de máscaras N95; esta reactivación no es posible todavía sin acarrear riesgos de resurgimiento del virus y más contaminación.
Por ahora no hay señales claras de parte de Trump para activar el Acta de Producción para la Defensa que aceleraría el dotar a hospitales y centros médicos del país de equipos indispensable para el próximo otoño cuando en opinión de los expertos, podía producirse una segunda ola del ataque del coronavirus.
Esto sería agravado por los llamados de gobernadores republicanos de Georgia, Florida, Carolina del Sur, Alaska y Tennessee de reabrir los estados a la actividad política, social, y económica que esta siendo resistida por alcaldes de demócratas de esos estados que acusan estos llamados de prematuros e irresponsables, pero que Trump continúa atizando con su llamado a la “liberación” de las restricciones.
Contradiciendo la opinión de asesores y miembros del Congreso tanto demócratas como algunos republicanos, Trump ha dicho que de suceder una nueva ola de la enfermedad “no será como lo conocido hasta ahora,” agregando que “si vuelve en la forma que fue, va a regresar en una forma más disminuida posible de contener. Podríamos ver algunos vestigios o ascuas del virus corona, pero no será lo mismo que hemos experimentado en los últimos dos meses,” repitió.
Cuando el presidente en su conferencia de prensa le pregunta a la Dra. Deborah Birx, coordinadora del comité timón a nivel nacional que esta lidiando con el virus, “si era verdad que había una gran posibilidad de que el virus no regresara,” la experta respondió “No lo sabemos.”