Felisa Caro Vásquez está sentada frente a los integrantes de varias Juntas de Educación del área de Greater Hartford, un honor que le ha sido concedido por parte individuos que alientan la democracia y la participación de padres o madres de estudiantes que merecen ser escuchados de acuerdo al nuevo lema de la Junta de Educación de Connecticut que reza, “No somos nada sin la voz de los ciudadanos y ciudadanas.”
Felisa se siente un poco ansiosa frente a más de treinta y siete personas que le escucharán por un tiempo récord y sin precedentes de quince minutos (usualmente son solamente tres y con cuidado), bebe un sorbo de agua, mira hacia las cámaras de televisión y a los reporteros que le observan con atención y pendiente de lo que va a decir.
He aquí lo que dijo Felisa Caro Vázquez.
“Frente a este tema de la Pandemia que al parecer no se va ni se irá todavía por algún tiempo, nosotros los padres y madres estamos preocupados por esto que dijo Donald John Trump de que le quitará los fondos federales a los sistemas escolares que no abran las escuelas el martes 25 de agosto. Esto significa retirar el dinero para los desayunos y almuerzos escolares, programas para estudiantes de inglés como segundo idioma entre otras iniciativas que requieren fondos del gobierno al que nosotros le pagamos impuestos cada año. Los fondos destinados a la educación pública son sagrados y nos oponemos a que este gobierno de incapaces los use para construir murallas en las fronteras, reprimir a la ciudadanía que protesta, promover golpes de estado, maltratar a inmigrantes, alentar guerras en el extranjero…”
Un atronador aplauso recibe las palabras de Felisa y expresiones tales como “así se habla coño,” “Trump cree que las escuelas son fábricas,” “Abajo la maldita pared de Donald Trompetilla,” “Saquen a la vieja Devoix como Secretaria de Educación y mándenla a administrar un zoológico.”
La coordinadora del evento señora Zoraida Velázquez pide con gestos que la audiencia se tranquilice porque el tiempo es inexorable y no perdona, pero les advierte a los gringos que su apellido es Velázquez y no Velashkuesh.
“Prosiga Felisa por favor,” dice.
“Como decía estamos hoy ante la necesidad de cambiar totalmente el concepto de educación y olvidarnos por un tiempo de los edificios con aspecto de regimientos o centros de detención donde nuestros niños están agobiados por la aglomeración, los sonidos estridentes de los timbres, y otras cosas para las cuales les hace bien unas vacaciones. Si una gran mayoría de padres y educadores no se sienten cómodos enviando a sus hijos o hijas a las escuelas e ingresando a edificios que ya en el pasado estaban con sus conductos de aire sin limpiar, con sucios filtros donde existe una jungla de bacterias, asbestos guindando de las paredes y pinturas con químicos letales; cambiemos el escenario de la educación y fomentemos por un año la educación de nuestros hijos en los hogares donde ellos se sienten cómodos…”
Una señora rubia integrante del panel interrumpe y pregunta con una voz tórrida, “¿Y quién les va a enseñar, supervisar y corregir sus asignaciones escolares?”
Felisa sin amilanarse responde con suavidad y transparencia.
“¿Quiénes son los primeros maestros de los niños y niñas sino los padres? ¿Quiénes los animamos a decir las primeras palabras? ¿Quiénes les ayudamos a hacer sus primeros dibujitos en un papel? ¿Quiénes son los que les leen, los animan a que canten y les sacan a caminar o aprender a correr bicicletas?”
“¡Los padres, las madres, las abuelas!” corean casi al unísono varias personas que avivan a Felisa quien respira profundamente y prosigue.
“En estas circunstancias de incertidumbre y confusión donde los hogares muchas veces modestos, son a pesar de todo los más seguros para proteger la vida de nuestros hijos e hijas; usemos a esta fuerza pujante y poderosa de padres y madres para que eduquen a sus vástagos durante esta crisis pandémica que no es cáscara de coco y durante un gobierno federal que anda más perdido que un juey bizco…”
“Pero es que los padres no saben pedagogía, didáctica, currículo, ni el arte de educar, ni jamás han leído a este gran filósofo y educador John Dewey” dice un señor calvo que trabaja como dibujante de muñequitos que solamente él entiende.
Felisa no se amedrenta por las palabras grandes y responde mirándolo fijo.
“El caballero tiene un punto importante, no somos expertos ni en didáctica, enseñanza estructurada, ni filosofía de la educación, pero podemos aprender como a muchos de nosotros y nosotras nos enseñaron en la Universidad de los Padres para defender los derechos de nuestros hijos…”
Una señora del panel le hizo entonces a Felisa la pregunta del año…”
“Me agrada su idea señora Felisa, pero ¿a quiénes y cómo se les pagará para adiestrar a los padres de modo que estos enseñen de un modo profesional y efectivo los secretos de las matemáticas con el sistema espiral, estudios sociales, ciencias y otras importantes asignaturas? ¿Se está usted refiriendo a estudiantes de educación elemental o también intermedia y superior?”
Esta fue la respuesta clara y concisa de Felisa.
“Gracias por las preguntas y vamos a enfocarnos con los nenes de Pre-Kínder, Kindergarten, y de primero a sexto grado cuyos padres están muy preocupados por los peligros de contagio. ¿Quién me puede decir cuánto cuesta abrir una escuela para cuatrocientos treinta y tres estudiantes si ya se sabe que habrá una cantidad mínima que asista? Y ahora me respondo a mí misma, estamos hablando de cientos de miles de dólares y millones si hablamos de todo un sistema escolar. Una vez que se sepa con certeza la cantidad de estudiantes que corren el riesgo de contagio y cuyos padres no les enviarán a las escuelas, aquellos a quienes sus padres lo deseen, podrían ser referidos a iglesias y otros centros de la comunidad adaptados para la enseñanza. El dinero que se ahorrará manteniendo esas escuelas cerradas, se puede entonces utilizar para la preparación y adiestramiento urgente de los padres y madres a través del sistema Zoom.”
La audiencia asiente con movimiento de cabeza y se escuchan murmullos diciendo, “eso es cierto,” “que se cierren las escuelas que no tengan mucha matrícula hasta que esto pase,” “abrir escuelas es más caro que un trasplante de cara.”
“Yo ofrezco mi iglesia del Sumo Sagrado Testamento de los Nuevos Apóstoles que tiene aire acondicionado central, espacios y oficinas, aunque agradeceríamos se nos ayudara a pagar los gastos de mantención,” dijo el Reverendo Kenneth Richard al que algunos de los presentes aplauden.
“¿Felisa y ¿qué pasara con las maestras y maestros, directores, vicedirectores y empleados si muchas de las escuelas estarán cerradas para ahorrar y ellos no pueden ir a los hogares?” preguntó la presidenta de un sindicato de educadores.
“¡Oh, no se preocupen! Las maestras y maestros estarán muy ocupados adiestrando a los padres con las lecciones, fotocopiando lecciones para las asignaciones de los estudiantes también denominados paquetes didácticos, y dando lecciones a los padres a través del Zoom. En cuanto a los empleados, estos estarán preparando las escuelas para el día del reintegro, desinfectándolas de un modo serio, dándoles mantención, y repartiendo los materiales educativos a domicilio.Ellos continuarán recibiendo sus salarios y los directores y subdirectores tendrán como tarea olvidarse del pasado y coordinar esta magna tarea.”
“Esto es cierto,” “será un hermoso desafío,” “qué chévere Felisa.”
Felisa mirando la hora prosigue.
“Los madres o padres maestros que se dediquen a esta labor académica y que hayan perdido sus trabajos por el cierre de negocios y talleres, recibirán un salario por hora trabajada lo que les permitirá estar al día con el pago de la renta, las altas y exageradas cobranzas de la luz y así se mantendrán activos. Observen que no estamos hablando de pedir más chavos extras que nadie tiene, sino que trasladar el dinero de escuelas que no estarán abiertas para proveer fondos para este plan temporero y de época de crisis,” dijo la oradora.
“Felisa, pero estamos a solamente cuatro semanas del comienzo del año escolar y su plan requiere una preparación que tomaría años,” dice un principal.
Felisa respira hondo, toma otro sorbo de agua y dice.
“Que los superintendentes den la cara, inspiren al cambio, y los directores de cada escuela lleven a cabo una encuesta relámpago para enterarse de la cantidad de niños y niñas que podrían ingresar a la escuela en agosto. Conocido los resultados, se decidirá pa’ rápido si es que los edificios se abrirán o cerrarán y entonces que se pongan de inmediato a planear y coordinar ya que ellos son estudiados y dicen saber de administración, tecnología moderna, tienen subdirectoras o subdirectores, secretarias y voluntarios y voluntarias. Señores y señoras, esta es una guerra contra el tiempo y en contra de un enemigo invisible. Creo que los que estudian tanta administración serán capaces de improvisar racionalmente y juntos Venceremos,” dijo finalmente Felisa, mientras que la asamblea aplaude gritando al unísono, “La encuesta,” “La encuesta.”
Felisa despierta y de un modo modesto, humilde, sencillo y llano piensa acerca del futuro y de como frente a grandes problemas, siempre hubo grandes soluciones con o sin máscaras. El obstáculo es y ha sido la burocracia que lo que hace es crear más burocracia y hablar de cosas que no se ven ni se comunican.