Respetada y admirada Tía Julia:
Como con esto del coronavirus ahora por lo del encierro obligado están muy caras las consultas vía telefónica con siquiatras, terapistas familiares licenciados, trabajadores sociales clínicos licenciados, o sicólogos licenciados ($160 billetes los siquiatras, los otros más poquito), y me he tomado la confianza de enviarle esta misiva pues tengo un problema del caray produciéndome taquicardias, dolores al pecho, pulso arriba de 180, además de angustias infinitas, ahogos e ideas autodestructivas. ¿Usted me entiende? Esto se ha transformado en mi como un martirio constante semejante al problema hemorroidal y pienso en esto todo el día encerrado en mi departamento solo y triste sin una jeva y nenes que me acompañen en este periodo de azorramiento extremo.
Es como si estuviese enamorado, pero este malestar duele tanto como hacer gárgaras con tachuelas o utilizar alambres de cobre en vez de hilo dental. ¿Como la ve?
Resulta que cuando tenía unos nueve años, mi papá me llevó al médico por una irritación en el pipi, o para hablar en forma mas técnica, la manguerita. El matasanos me examinó y le dijo fríamente a mi padre unas palabras aun grabadas como en mármol en el interior más oculto de mi conciencia.
“Mire señor, su nene tiene genitales diminutos y probablemente sufra lo llamado por nosotros en México genitales infantiles, o el “mal de Simplicio.”
Tía, como en aquellos tiempos yo era pequeño e ignorante, no le di muchas vueltas al asunto, hasta llegar a los doce, catorce, y dieciséis años porque esto continuaba minúsculo y por razones biológicas me mojaba los pantalones teniendo que hacer pipi sentado como las muchachas o en casa en un jarrón al que denominaba “pipiolo.”
Un día cálido de verano debí ducharme después de un partido de futbol con los compañeros de clase y me fijé no a propósito, en otros tipos quienes lo tenían de dimensiones hipopotámidas. Comparado con el mío, este parecía un gusanito o mas bien un maní. Desde ese tiempo los compañeros de curso me apodaron “meñique,” y me tiraron otras guasas tales como “maní,” “dulce desengaño,” o “gusano.” Por esto no he practicado nunca más deportes y solamente ajedrez y domino que es muy popular en mi familia.
Tía, “desde aquel día” (como cantaba Rafael de España que espero se esté cuidando del virus) abandoné mis deseos de ser campeón de natación porque después de mojarme se me achicaba más aun, y me concentré en los estudios. Desde ese tiempo solamente miraba a las muchachas y les dedicaba poesías anónimas que suscribí con el significativo seudónimo de Minino.
A los 18 años tuve una noviecita, pero como ambos éramos católicos vaticanos lo de mi tamaño nunca fue un problema porque no yaciamos, hasta cuando se enamoró de mí una señora casada a la que llamaban en el proyecto “la generosa” quien prácticamente me violó y notó de inmediato mi defecto. Como ella no tenía un sentido ético, lo transmitió de inmediato a sus amigas del barrio y desde allí comenzaron a mirarme con sorna infinita y me gritaban “cigarrito.”
Para no pasar más vergüenzas, he sido un muchacho que se aísla mucho y he preferido no hacerme de novias pues temo sus reacciones a posteriori. En el trabajo en la empresa que ahora nos envió para la casa, muchos me creen gay, no voy a fiestas y si he tenido muchachas o muchachonas enamoradas de mí, me hago el idiota. Debido a esta frustración hasta pensé hacerme cura pues supuestamente allí eso no se utiliza, salvo para las necesidades de la vejiga. Ingenuidad la mía.
Lo que pasa Tía y esto me atormenta, es que mi atracción hacia las mujeres se ha convertido en mucho demasiado y algo de paz me han traído los escritos de unas monjitas que dicen que tocarse uno mismo no es pecado y a las que el Obispo las quiere botar como bolsas por desvergonzadas y denunciar la idea canónica y tomista que predica: la masturbación echa a perder el cerebro y salen vellos en las manos, creando así un sentido enorme de culpabilidad.
En la actualidad vivo solo y me compré por correo una muñeca de goma made in Japón, cuyo nombre es Lucy, pero usted entenderá las limitaciones. También y antes del encerramiento había recurrido a los médicos quienes me dijeron me olvidara de implantes de pajarito o jarabes de origen jordano, pues lo mío es genético e irremediable.
Ahora tengo 32 años y estoy deprimido pues me gustaba mucho una hembra en la oficina y nos miramos, pero imagínese: ¿para qué hervir el agua si después no puedo tomarla? Tengo su numero de celular, pero como ahora estamos encerrados y ella vive en Newington y yo en Guilford, nos comunicamos, el deseo nos llama, pero no puede pasar nada.
Para mi desgracia he leído el resultado de unas encuestas en el FogNews donde afirman que a las mujeres les gustan tipos con muchoooo talento como los ejemplares de los videos porno observados por Lucy y yo.
Por favor dígame algo pues me siento inservible y apocado.
Patricio.
Respuesta
Mira Patricio: Agradezco tu franqueza y tu carta, pero no aprecio que me hayas enviado una foto de tus genitales porque es de mal gusto para una dama como yo. Sin embargo y pensando positivo, te sugiero que una vez disminuyan las precauciones debido al virus, vayas al museo Wadsworth en Hartford y te fijes en las pinturas de guerreros clásicos de Grecia y otros países del Mediterráneo. Allí caerás en cuenta de lo siguiente: esos varones valientes, osados y bravos, no tenían eso de tamaño monstruoso y para los efectos de la estética se veían bien proporcionados.
Sin embargo, advierto los tristes resultados de la presión social de los mequetrefes de tus compañeros de estudio provocándote el inicio de un complejo de inferioridad a una edad temprana. Averiguando al respecto, claramente sufres de una circunstancia genética y sin relación alguna con eso de haber sido operado de las amígdalas y el apéndice a temprana edad.
Según los estudiosos, y de acuerdo al especialista Joao Buitrione en su libro, “El Inolvidable Sacudón,” el primer encuentro sexual es traumático sea positivo o negativo. Te enredaste con una mujer insensible que al parecer te produjo un dolor profundo en tu ego y en lo otro.
Sin embargo, debo decirte algo importante. Patricio, hay distinto tipo de hembras, como dicen algunos quienes se refieren a nosotras como si fuésemos yeguas. Existen muchas a quienes les agrada en demasía el merecumbé y que para bailar bachata horizontal preferirían eso grande, como en esas películas porno donde, según me han contado, hay un tipo al que le apodan “anaconda tuerta” y es un fenómeno en los estudios médicos.
A pesar de haber caído en el fetichismo con la muñeca Lucy; hay otras damas que se sentirían felices con un tipo como tú, al parecer bueno y puede ser capaz de usar otras técnicas para satisfacer a tu pareja. Intenta continuar el vínculo con esa muchacha tranquila y reservada y trata de enamorarla a control remoto, sin usar el Facebook que es un medio cafre con respecto a estos asuntos privados y personales. Si no estas tosiendo, no tienes fiebre y ella tampoco, un encuentro es posible.
Una vez consigas a tu pareja y pase lo de la cuarentena, váyanse donde un orientador sexual para darles ideas más amplias acerca de una relación satisfactoria.
Ponte en campaña ahora mismo usando el Internet y consigue con calma orientación a través del Online.
Recuerda lo siguiente: el amor va más allá del mero sexo, y lo más importante, cuídate. A veces la Dra. Polo resuelve problemas como el tuyo y te podría ayudar ver casos como el del abuelo virgen, o Johnny el Minúsculo. También vete a la computadora e indaga acerca de tu tema.
Suerte, y trata de reemplazar a la muñeca made in Japan, por una entidad viva, más interesante e interactuante. Lee de vez en cuando la columna en nuestro periódico de las muchachas expertas en sexo y posiciones, pero seria mejor en etapas más avanzadas del yacer.
Cariños, Tu Tía.
Comentarios a los consejos de la Tía Julia.
Yo soy un tipo al que describen como feo y me acomplejaron cuando unos títeres del club de domino me dijeron que yo era tan feo que mi mai no me daba el pecho, sino que la espalda. Estoy cansado del encierro y me dan ganas de ir a la barra que esta más cerrada que un candado de bodega. Mi esposa me acusa de estar ahora enfermo de sexo, pero yo le digo que es para librarme de la frustración. Muchas gracias de parte de Arturo de Springfield.