Estamos viviendo días únicos en nuestra historia. Nunca antes habíamos vivido en cuarentena y mucho menos impedidos de la libertad a la que estamos acostumbrados. Por eso creo que esta es una buena oportunidad para poner en practica unos sencillos principios de sana convivencia a fin de vivir en paz los unos con los otros. La convivencia es inevitable, pero, a la vez, es necesaria. Necesitamos a los demás y sin ellos nuestra existencia no tendría sentido. Nuestra evolución, nuestro aprendizaje, nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro dependen siempre de los demás. Ellos juegan en nuestra existencia un papel mucho más importante de lo que podemos imaginar.
Todos son nuestros maestros, unos para que aprendamos a asimilar y a agradecer y a perseguir lo bueno, lo positivo y lo agradable; y otros, para enseñarnos a evitar y a perdonar lo malo, lo negativo y lo desagradable.
Y, al mismo tiempo, de un modo milagroso, todos ellos son nuestros discípulos y, con nuestra conducta y nuestros pensamientos y nuestras palabras, hemos de enseñarles a buscar y amar lo bueno y a evitar lo que no lo es. De modo que, en ambos casos, nuestra responsabilidad y nuestra manera de enfocarla están claras.
Trata, pues, de hacer propios estos consejos y caminarás con cierta soltura por la vida:
1.- Ama a tu prójimo tal como es, con sus virtudes y sus defectos. Tu misión no es criticarlo ni despreciarlo, sino ser una ayuda y un ejemplo.
2.- No tomes a mal sus ofensas ni sus ingratitudes. Él es como es y tú también tienes tus defectos. Enséñale, con tu comprensión y tu tolerancia, que hay otra manera de ir por la vida. Pero no lo intentes hacer, devolviéndole mal por mal. No funciona.
3.- Respétalo no pensando ni diciendo de él nada negativo. Seguro que tiene una virtud o algo que te gusta o que admiras. Destaca y comenta eso y no te obceques en lo negativo, porque con ello sólo pondrás de manifiesto tu lado malo. Que también lo tienes.
4.- Hónralo. En algún aspecto, seguro que te aventaja. Procura, pues, imitar eso. Y entretanto piensa que, en ese aspecto, es tu maestro.
5.- No mates las oportunidades de ayudar. Cada oportunidad de ayudar no aprovechada la habrás perdido para siempre. Y sólo el aprovecharlas te hará realmente feliz.
6.- No hagas mal uso de tu energía física, emocional ni mental para perjudicar a nadie, ni derrochándola. La energía es algo de lo que no eres dueño, sino administrador. Y, si haces mal uso de ella, la perderás. Y haces mal uso de ella si explotas a tu prójimo o lo calumnias o lo desprecias o lo insultas o lo engañas o le niegas tu auxilio cuando lo necesita.
7.- No prives a tu prójimo de sus éxitos, sus oportunidades o sus alegrías. Haz tuyos sus problemas e interésate por sus cosas. A todos nos gusta que nos quieran y nos respeten, no sólo a ti. Tenlo en cuenta y actúa en consecuencia.
8.- Alaba sus virtudes, tanto si está presente como si no. Si le alabas lo bueno, harás que le aumente y que te crezca a ti. Y si lo alabas en su ausencia demostrarás tu gran calidad moral. Criticar a un ausente está al alcance de cualquiera. Alabarlo, no.
9.- No envidies sus triunfos. Alégrate de ellos como si fuesen tuyos. Lo mismo que el aire limpio lo respiramos todos, los éxitos y los triunfos de cualquiera, de un modo misterioso, nos benefician a todos si sabemos alegrarnos. Pero nos hacen desgraciados si los envidiamos.
10.- Está siempre alegre y alegra a los demás. La vida es tal como tú la quieras ver. Ella está ahí y cada uno la ve de una manera. Esfuérzate por ver todo lo que de hermoso y de positivo hay en ella. Y colabora con tu estado de ánimo para que esa hermosura resplandezca a tu alrededor. Te asombrarás de los resultados que produce sonreír a la vida.
Estos diez consejos se resumen en uno: piensa que tu prójimo es como tú y tiene sus ilusiones y sus capacidades y sus flaquezas y sus debilidades, y espera de ti, como tú esperas de él, una mano tendida, o sea, un poco de amor. Ámalo, pues, y lo harás feliz y tú lo serás con él. ¡Amén!
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Las opiniones vertidas por Waldemar Gracia no reflejan la posición de la Voz Hispana. Nombres, lugares y circunstancias han sido alterados para proteger la identidad de los personajes citados en la historia.
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